jueves, enero 11, 2007

PROLOGO – continuacion

Horacio y Lucía se amaron. Sin él saberlo reconocer a tiempo, y sin ninguna falsa esperanza ella, bailaron en medio de las calles del París de los años cincuenta. Un bebé se gestaba, “sin querer queriendo”, mientras ella, pierde el rumbo en la ciudad, buscando una aspirina para otro hijo, que acabó muriendo de meningitis en un cuarto inmundo, en medio de una reflexión filosófica colectiva y absurda , alcohol, humo y blues. El, abrumado por su cobardía e inacción, presintió el error de haberla abandonado, cuando creyó perderla ahogada. Ella continuó su vida creyéndose agotada por los chupa energias que la rodearon, hasta conseguir darse permiso para ser feliz nuevamente. El viento los amontonó nuevamente a ambos, en Buenos Aires, donde él vagaba perdido buscándole algún sentido a su vida, en medio de los locos de un manicomio, mientras ella aprendía a atarle un lastre de locura “discretamente necesaria” a su incómoda lucidez . El tuvo otra mujer. Ella otro hombre. Ahí nace esa bebé, gestada irónicamente en París, cuna histórica de las cigüeñas. Nace y crece con una mente fluctuante entre el pensar típicamente intelectual y argentino del padre y el sentimiento vivaz y universal de la madre, mezclado con todas las culturas del mundo que ávida absorbe: las radicalmente zen; las estresantes e invasoras de una Europa que vivió varias guerras, guerrillas y colonizaciones; las revoluciones sudamericanas o las intergalácticas de avanzada o new age. Se adhiere a la forma de vida de los vegan; es ora pacifista, ora subversiva, inerte, batalladora, genio o idiota. Clama por los huérfanos y las ballenas, reniega del Che y de los militares, pero se trenza a puñetazos como un ninja por defender sus ideas. Un buen día se entera que, su verdadero padre biológico, escupió una novela delirante acerca de su madre, de los días que se amaban sin saber, en la rue de la Tombe Issoire, y de cómo enloqueció en Argentina por el recuerdo de la que creía haber empujado al suicidio. Pero, su mundillo estaba completo demás para complicarlo con un nuevo progenitor extraño, y no quería que menospreciaran la memoria del padre legal, ya muerto, quien a lo largo de 20 años formó su personalidad con todo lo que le caía en las manos transformándola en un Frankestein enciclopédico vivo. Por otro lado, no quería ser desagradecida con el padre verdadero de la historia, ni con la madre que la parió. Además, sentía que todo giraba, en esa novela, alrededor del ombligo de él, restando importancia a la verdadera y sabia “cordura” materna. Ella ya había pasado (merci, mon Dieu) la etapa pre y post adolescente similar a la de su vieja, con sus propios “Horacios” corregidos y aumentados, y sus propios hijos. Decide vengarla entonces de tanto vejamen literario, de el propio novelista y progenitor, y de los críticos y otras yerbas que atacaban el “personaje” de Lucía, sin saber que ella estaba vivita y coleando en Buenos Aires, sin importarse en lo mas mínimo con lo que escribiera el amor de su vida, ya que ignoraba que el libro, con un seudónimo irreconocible, era sobre la Maga, o sea ella misma. También Maga 2 quería revancha por sí, vapuleada por la lista de clones de "Horacio", que quisieron apagar los vestigios humanos de su vida, en (de alguna manera) su París sin ser París. ¿Se te ocurrió alguna vez, Julio, que alguien tomaría la palabra para defender la Maga? ¿Pensaste que alguien, podría sentir rabia de verla atacada por seres ficticios o reales, que la veían como la idiota que el idiota del personaje de Horacio retrataba en su delirante monólogo? ¿Se te pasó por la cabeza que alguien diría en el futuro que ella era la mina que todo el mundo se quería llevar a la cama hasta los 30, pero que en el fondo era una pesada, y que eso podría ser visto como una injusticia?

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